martes, 29 de agosto de 2017

El método de la Harvard Business School que fomenta tu espíritu emprendedor

 La teoría la creó David McClelland, psicólogo estadounidense especialista en motivación humana y emprendimiento, y la adoptó la Unctad (United Nations Conference on Trade and Development), organismo dependiente de Naciones Unidas para asuntos de comercio y desarrollo. La Unctad  se autodefine como un laboratorio de ideas que brinda apoyo a los países en desarrollo en materia de comercio, inversiones y financiación. En su misión de impulsar el emprendimiento en todos los países, consensuó la adopción de un método extrapolable a todas las economías. Dieron así con el de David McClelland, profesor de la Universidad de Harvard, que había desarrollado una teoría  de la necesidad. Según esta, la motivación de un individuo obedece a la búsqueda para satisfacer 3 necesidades básicas: logro, de poder y de afiliación.
Derivado de esta teoría desarrollada, sobre todo, teniendo a emprendedores como sujetos de estudio, McClelland concluye una serie de características que se repiten en los emprendedores de éxito motivados por alguna de las 3 necesidades. De aquí se desprende el programa Empretec, nombre que combina los términos “emprendedor” y “tecnología” y que adopta Naciones Unidas para el fomento de la iniciativa empresarial. El método, adoptado en España por organizaciones como YBS, sirve tanto para promover un cambio de comportamiento en los emprendedores, como para averiguar sus fortalezas y debilidades. De él se extraen cuáles son esas 10 competencias primordiales que debe desarrollar todo emprendedor que aspire al éxito, atendiendo a sus motivaciones.
Las motivaciones de logro corresponden al esfuerzo por sobresalir de la media, algo que conduce al establecimiento de altas metas. La persona necesita hacer cosas y demostrarse a sí mismo y a los demás que es capaz de conseguir lo que se propone.
Necesidad de Logro
1.-La búsqueda de oportunidades e iniciativa: Los emprendedores exitosos ven en todos lados, oportunidades que se pueden convertir en empresas. Donde otras personas ven problemas, los empresarios ven oportunidades y toman la iniciativa para convertir esas oportunidades en negocios ventajosos. Da igual las circunstancias y toma la delantera.
2.-Persistencia: Los exitosos nunca abandonan su empeño, al contrario, son perseverantes y no se arredran ante los obstáculos sino que les hacen frente hasta alcanzar sus metas.
3.- Cumplimiento de los compromisos: Mantienen sus promesas frente a sus clientes y su equipo, incluso a pesar de que deban hacer sacrificios. Prefiere los beneficios a largo plazo que las ganancias inmediatas.  
4.- Exigencia de calidad y eficiencia: Necesidad de realizar las cosa mejor, más rápido y, si interesa, más barato. Esto tiene que ver con el entusiasmo y la obsesión por la necesidad de mejorar la calidad, hacer algo mejor, algo que se refleja también en la integridad de los empresarios y en lo orgullosos que están de su trabajo y los niveles de excelencia.
5.-Toma de riesgos calculados: Uno de los aspectos más importantes de la actividad empresarial. Según las investigaciones, un empresario está dispuesto a asumir riesgos pero de manera controlada, estudiando bien las alternativas. A final se deciden por soluciones que entrañan un desafío moderado y establece un plan B por si las cosas se tuercen.
 Necesidad de afiliación
Le motiva la sociabilidad,  interactuar con la gente y el entorno, obteniendo el respaldo y el respeto de los demás. A los empresarios les gusta este tipo de vida y las relaciones que le proporciona.
6.- Fijación de metas: Esta es otra de las características clave dado que, sin ella, pocas cosas se moverían. Los retos personales son impulsados por las metas y objetivos que se establece el emprendedor a corto y a largo plazo. Saben dónde quieren llegar y para ello deben marcase objetivos cuantificables a corto plazo.
7.-Búsqueda de información: Un emprendedor de éxito siempre está a la caza de información sobre sus clientes, proveedores, la competencia, sobre tecnologías nuevas y nuevas oportunidades. Dedican mucho tiempo a ello y consultan a expertos para conseguir asesoramiento comercial o técnico.
8. Planificación y seguimiento sistemático: Es una tarea de controlar lo que se hace para ver si se está avanzando en la consecución de las metas. Se revisan de manera sistemática el cumplimiento de los planes conforme a las expectativas y recursos y, si es preciso, se incorporan los cambios necesarios.
Necesidad de poder
Estas hacen referencia a la necesidad de influir sobre los demás, de captar simpatizantes para su proyecto y que se dejen capitanear por él. Persiguen también tener impacto social, aunque ellos prefieren la libertad de la independencia. Son personas dinámicas y enérgicas que ponen en marcha múltiples actividades.
9.-Persuasión y redes de apoyo: Los mejores emprendedores inducen a otras personas a seguirlas o hacer algo para ellos. Usan redes de apoyo para alcanzar sus metas y son unos grandes persuasores para obtener un crédito, o conseguir un nuevo cliente. Para ello utilizan estrategias deliberadas para influir en los demás y convencerlos; se valen de las personas adecuadas como agentes para alcanzar sus propios objetivos y adoptan medidas para establecer y mantener una red de contactos comerciales. Sabe, no obstante, delegar en personas clave que puedan tener alto impacto en el ambiente de la organización y el desempeño del equipo de trabajo para obtener los resultados propuestos.
10.- Independencia y autoconfianza: Los emprendedores de éxito son personas seguras de sus capacidades, lo que les reporta tranquilidad y aplomo. La confianza en uno mismo significa asumir la responsabilidad total de conseguir lo que se quiere. Sobre él recaen tanto las causas del éxito como las de fracaso.

Emprendedores  31, Mayo de 2017

¿Cuáles son las consecuencias de la robotización de la industria?

En menos de una década, el gasto en robótica se duplicará en todo el mundo. China es el gran consumidor y aspira a ser uno de los mayores fabricantes. Para 2019 se espera que haya casi 2,5 millones de robots instalados en fábricas e industrias de todo el mundo, aunque la mayoría estará en un puñado de países de la Unión Europea y en China. El apetito chino por la automatización es el gran motor de la robótica en el mundo. Las industrias chinas concentran casi un tercio de la demanda global de nuevos robots, con la instalación de 90.000 nuevas unidades sólo el año pasado. En 2019 se espera que, sólo en ese país, se instalen 160.000 dispositivos nuevos de este tipo, según cifras de la Federación Internacional de Robótica (IFR, por sus siglas en inglés).
A modo de contexto, en 2015 la IFR calculó que las ventas de robots llegaron a poco más de 250.000 unidades, el número más alto registrado en 12 años. Los robots que pueden cuidar personas mayores, los que sirven cerveza o incluso los que orientan pasajeros en un aeropuerto acaparan titulares y ofrecen un panorama de posibilidades que se antoja infinito y atractivo. Pero todas estas son promesas futuras y algo difusas, pues el presente de la robótica sigue estando ligado a los usos industriales. En este segmento, las industrias automotrices, eléctricas y electrónicas son los tres sectores que más acaparan la mano de obra robótica en el mundo, y principalmente en China.
De acuerdo con la firma de consultoría IDC, el gasto en robótica y servicios relacionados llegará en 2020 a más de US$188.000 millones en todo el mundo. El año pasado, esta cifra fue de US$91.500 millones. La región Asia-Pacífico será la de mayor crecimiento en gasto en robótica para 2020, seguida de las Américas. Es evidente que los grandes ganadores en este escenario son los fabricantes de los robots. Y, entre ellos, las empresas chinas también se están posicionando en un mercado altamente competido.
Un tercio de la demanda actual en China se suple con empresas nacionales, lo que baja los costos de producción e instalación y estimula el crecimiento de un ecosistema en el que participan los fabricantes, pero también los proveedores de servicios relacionados y la mano de obra calificada para operar estas máquinas. Para 2020, el gobierno chino quiere que el 50 % de las ventas de robótica sean locales; el crecimiento en la producción china crecerá tres veces y alcanzará las 100.000 unidades fabricadas en este país Lo siguen países como Japón, Estados Unidos y Alemania, el mayor consumidor de robótica en la Unión Europea. Se calcula que, sólo en la industria automotriz alemana, hay más de 1.200 robots por cada 10.000 trabajadores, según datos de la IFR.
El factor humano es uno de los puntos que más preocupan en el panorama de la automatización, pues, en últimas, utilizar un robot puede implicar la contratación de una persona menos. El miedo se siente en una variedad de sectores, desde la fabricación industrial hasta el frente de servicio al cliente y ventas en línea.
Pero, al menos hasta el momento, las cifras alentadoras de la robótica van de la mano con números positivos en empleo humano: en Estados Unidos, por ejemplo, a junio de este año se habían sumado 159.000 nuevos puestos de trabajo, a pesar de que este país concentrará el 14 % del gasto mundial en robots durante 2017, según IDC. En la industria automotriz alemana se crearon 93.000 nuevos puestos de trabajo entre 2010 y 2015. “Como resultado de la tendencia creciente de automatización, el empleo en este sector llegó a 813.000 plazas en 2015”, cuenta Joe Gemma, presidente de la IFR. Los trabajadores son especialmente requeridos para tareas especializadas, para resultados precisos. Esto no quiere decir que la mano humana se relegue a labores artesanales: en la planta de BMW, en Carolina del Sur (EE. UU.), hay tareas que refieren a la complejidad y la personalización, dos asuntos en los que los robots no pueden sustituir a una persona entrenada, con experiencia y criterio.
En China, el efecto de la automatización no ha empezado a golpear los salarios de los trabajadores. De acuerdo con cifras de Bloomberg, los empleados de manufactura con educación secundaria registraron un incremento en sus salarios de más de 50 % entre 2010 y 2014.
                                                                                                                                                                                            El Espectador,Agosto 28 de 2017