¿Qué nos motiva a trabajar? Algo
más que el dinero
“Cuando pensamos en cómo trabajan las personas lo primero que imaginamos
es que las personas son como ratas de laboratorio”, dice el economista
conductual Dan Ariely. “Realmente tenemos esta visión simplista de
por qué la gente trabaja”.
En cambio, cuando te fijas bien
en la forma que tiene la gente de trabajar, dice, te enteras de que hay mucho
más en juego que el dinero. La investigación confirma que hay muchos
más factores que condicionan nuestra motivación en el trabajo.
Concretamente estos:
1. Ver los frutos de nuestro
trabajo puede hacernos más productivos
·
El estudio: El hombre en busca de
sentido: El caso de Legos. Los investigadores pidieron a los participantes que
construyeran personajes de la serie Bionicles de Lego. A los participantes se
les pagaba cantidades decrecientes por cada Bionicle posterior: 3$ por el
primero, 2’70 por el segundo, y así sucesivamente. Pero mientras que las
construcciones de uno de los grupos se guardaban debajo de la mesa para ser
desmontadas al final del experimento, los Bionicles de otro grupo fueron
desmontados tan pronto como habían sido construidos. “Era un ciclo sin fin de
ellos construyendo y nosotros destruyéndolo delante de sus ojos”, dice uno de
los investigadores.
·
El resultado: El primer grupo
construyó 11 Bionicles de promedio, mientras que el segundo sólo hizo siete.
·
Conclusión: A pesar de que no hubiera un gran significado en juego, y a pesar de
que el primer equipo sabía que su trabajo sería destruido al final del
experimento, al ver los resultados de su trabajo, incluso por poco tiempo, fue
suficiente para que su rendimiento fuera mejor.
2. Cuanto menos aprecio tenemos a
nuestro trabajo, por más dinero queremos hacerlo
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El estudio: Los investigadores
dieron a los participantes -estudiantes del MIT- un trozo de papel lleno de
letras al azar y les pidieron que encontraran los pares de cada una de ellas.
En cada ronda se les ofrecía menos dinero que en la anterior. La gente del
primer grupo escribió sus nombres en las hojas y se las entregaron al
experimentador, quien las examinó y dijo “Uh
huh” antes de ponerlas en una pila. La gente del segundo grupo no puso sus
nombres en sus hojas, y el experimentador puso sus hojas en la pila sin
mirarlos. A la gente del tercer grupo se le destruyó su trabajo inmediatamente
después de concluir.
·
El resultado: Las personas a las que
se les destrozó el trabajo necesitaron el doble de dinero que aquellos cuyo
trabajo fue reconocido para que siguieran haciendo las tareas. La gente en el
segundo grupo, cuyo trabajo fue salvado pero ignorado, necesitó casi tanto
dinero como aquellos cuyo trabajo fue destrozado.
·
Conclusión: “Ignorar el rendimiento de la gente es casi tan malo como destrozar su
esfuerzo ante sus ojos”, dice uno de los investigadores del proyecto. “La buena noticia es que añadir motivación
no parece tan difícil. La mala noticia es que destrozar la motivación parece
increíblemente fácil, y si no pensamos en ello cuidadosamente, podría ser un
desastre”.
3. A mayor dificultad, mayor
orgullo
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El estudio: se le dieron a los
participantes origamis de papel e
instrucciones para construir una forma (bastante fea). Se le preguntó a los que
hicieron el proyecto de origami, así como a los transeúntes, cuánto pagarían
por el producto. En un segundo ensayo, los investigadores escondieron las
instrucciones de algunos participantes, lo que resultó en un proceso más
difícil -y un producto más feo.
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El resultado: En el primer
experimento, los constructores pagaban cinco veces más por el producto que
aquellos que sólo lo habían evaluado (los transeúntes). En el segundo
experimento, la falta de instrucciones exageró la diferencia: los constructores
valoraron sus productos -más feos y peor construidos- mejor y más caros que los
otros, mientras que los transeúntes los valoraron mucho peor que los primeros.
·
Conclusión: La valoración de nuestro
propio trabajo está directamente ligada al esfuerzo que hemos depositado en él.
Además, creemos erróneamente que los demás atribuyen el mismo valor a nuestro
propio trabajo como nosotros.
4. Saber que nuestro trabajo
ayuda a los demás puede aumentar nuestra motivación inconsciente
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El estudio: El psicólogo Adan Grant lideró un proyecto de
recaudación de fondos en la Universidad de Michigan en el que los estudiantes
que se habían beneficiado de estos esfuerzos y habían conseguido becas
escolares hablaron durante 10 minutos con las personas que se dedican a llamar
y recolectar los donativos.
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El resultado: Un mes después, las
personas que se encargaban de recolectar los donativos dedicaban 142% más de
tiempo en el teléfono que antes, y los ingresos aumentaron un 171%.
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Conclusión: “Fue como si hubieran traspasado las
buenas vibraciones y las personas que llaman hubieran dejado de lado los
procesos cognitivos conscientes para irse directamente a una fuente más
subconsciente de motivación”, dicen los investigadores.
5. Las imágenes que transmiten
emociones positivas nos ayudan a concentrarnos
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El estudio: Los investigadores de la
Universidad de Hiroshima tenían a estudiantes universitarios realizando una
tarea antes y después de ver imágenes con animales bebés o animales adultos.
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El resultado: El rendimiento mejoró
en ambos casos, pero más aún (10% más) cuando los participantes miraban fotos
de cachorritos.
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Conclusión: Los investigadores
sugieren que activar la emoción positiva de la ternura nos ayuda a focalizar la
atención, aumentando nuestro rendimiento y mejorando con ello el desempeño de
la tarea.
6. El refuerzo positivo en
nuestras habilidades mejora el rendimiento
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El estudio: Estudiantes
universitarios en la Universidad de Harvard dieron discursos e hicieron
simulacros de entrevistas con experimentadores que o bien asentían con la
cabeza y sonreían o bien negaban con la cabeza, fruncían las cejas y cruzaban
los brazos.
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El resultado: Los estudiantes del
primer grupo respondieron a una serie de preguntas posteriormente con más
precisión que los del segundo grupo.
·
Conclusión: Las situaciones
estresantes puede ser manejables -todo depende de cómo nos sintamos. Nos
encontramos en un “estado de desafío”
cuando pensamos que podemos controlar la tarea (como hizo el primer grupo).
Cuando estamos en un “estado de amenaza”,
sin embargo, la dificultad de la tarea es abrumadora, y es cuando nos
desanimamos. Estamos más motivados y tenemos un mejor desempeño en un “estado
de desafío”, cuando tenemos confianza en nuestras capacidades.
7. La promesa de ayudar a los
demás nos hace más propensos a seguir las reglas
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El estudio: Gran lideró otro estudio
en el que puso carteles en los lavabos de un hospital en los que se leía: “La higiene en las manos previene
enfermedades” o “La higiene en las manos previene que los pacientes contraigan
enfermedades”.
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El resultado: Los doctores y
enfermeras usaron un 45% más de jabón o desinfectante de las manos en los baños
con carteles que mencionaban a los pacientes.
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Conclusión: Ayudar a los demás a
través de lo que se denomina la conducta pro social: cualquier comportamiento
que beneficie a otros nos motiva.
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Definitivamente, el dinero no es la clave de
la felicidad -y de la motivación tampoco-.
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