Las emociones humanas pueden definirse como la reacción subjetiva a estímulos experienciales marcados por factores físicos y externos. Podrían describirse, en otras palabras, como las respuestas que tenemos con miles de términos semánticos frente a lo que nos pasa en el día a día –desde un recuerdo hasta un beso–, teniendo en cuenta nuestras condiciones primitivas, evolutivas, culturales y personales.
Desde Charles Darwin la ciencia
se ha empeñado en entender su mecanismo, pero en las últimas cinco décadas,
según recoge la Asociación Americana de Psicología, se ha logrado comprender,
por ejemplo, que las emociones son la base de la motivación humana y que el
lugar donde se reflejan es el rostro. Por medio de estudios de universalidad,
se demostró que se dan por igual en todos, más allá del nivel académico,
condiciones médicas o del contexto cultural; y que se producen espontáneamente.
Incluso hay emociones compartidas con ciertos animales.
Estos hallazgos, dicen los
psicólogos americanos, son impresionantes porque han sido hechos por
investigadores de todo el mundo, en diferentes laboratorios, con diversas
metodologías, teniendo en cuenta muchas culturas diferentes, y todos han
coincidido en que hay siete emociones universales, que se manifiestan en expresiones
faciales claras: enojo, desprecio, disgusto, miedo, alegría, tristeza y
sorpresa.
Una nueva visión
Otras investigaciones apuntan más
alto y aseguran que el espectro emocional no se limita exclusivamente a esas
siete variantes. En concreto, un estudio reciente de científicos de la
Universidad de California (Estados Unidos) señala que hay 27 categorías
distintas de emociones, todas interconectadas. La investigación fue publicada en Proceedings of the National Academy of
Sciences y analizó las respuestas que más de 800 personas tuvieron luego de
ver más de 2.000 videos emocionalmente llamativos, muchos de ellos virales o
populares en internet.
Se partió desde la base de que el
conjunto de estados emocionales capturados en estudios anteriores es demasiado
estrecho para generalizar, a priori, la rica variedad de experiencias
emocionales que las personas pueden vivir. En ese sentido, los autores apuntan
que hay grupos o familias de emociones definidos por etiquetas prototípicas. Es
decir que, por ejemplo, el enojo puede contener estados estrechamente
relacionados, como irritación, frustración y rabia, que ocurren en situaciones
similares. Pero esos estados no son islas, es decir, no se manifiestan en
solitario, sino que se pueden vincular, a su vez, con distintos grupos
emocionales.
Cómo fue el experimento
Dicho esto, se establecieron 34
categorías de emociones teniendo en cuenta la literatura científica previa:
investigaciones sobre emociones positivas, como asombro, alegría, amor, deseo y
emoción, e incluso las observaciones de Darwin sobre estados emocionales.
Luego se escogieron 2.185 videos
cortos, de aproximadamente cinco segundos, que se recopilaron al consultar los
motores de búsqueda y los sitios web de agregación de contenido y muestran una
variedad de situaciones emocionales. “Los
videos retrataron una gama excepcionalmente amplia de situaciones
psicológicamente significativas, que incluyen nacimientos y bebés, bodas y
propuestas, sufrimiento y muerte, arañas y serpientes, animales entrañables,
ballenas y elefantes, arte y arquitectura, belleza natural y maravillas,
desastres naturales, explosiones y guerra, heces y vómitos, reyertas físicas,
actos sexuales, celebridades respetadas y odiadas, películas nostálgicas,
apretones de manos incómodos, comida deliciosa, baile, deportes, accidentes y
visitas de cierre, cirugías, acrobacias arriesgadas, soldados regresando a casa
y muchos otros”, puntualiza el estudio.
Los participantes en el estudio
debían ver al menos 30 de estos videos y después entregar sus juicios de
estados emocionales provocados por cada pieza. Para esto se hicieron tres
grupos: uno daba interpretaciones de respuesta libre, otro los calificó en
términos del grado en que los hizo sentir y el último los ubicó de 1 a 12 en
una escala de dimensiones afectivas. “Encontramos
–gracias a un vasto proceso estadístico– que el 75 por ciento de los videos
suscitó una concordancia significativa para al menos una categoría de emociones
en los participantes”, menciona la publicación.
“No solo encontramos evidencia de variedades tradicionalmente poco
estudiadas de emoción positiva, como la excitación, sino también las
diferencias entre estados matizados, como las distinciones entre el amor
romántico y el deseo sexual, interés y sorpresa, horror y miedo, y apreciación
estética o belleza y sentimientos de asombro”, agrega el estudio liderado
por Dacher Keltner, profesor y experto en la ciencia de las emociones.
Al final, las 27 categorías
resultantes fueron admiración, adoración, apreciación estética, regocijo,
ansiedad, asombro, incomodidad, aburrimiento, júbilo, calma, confusión, antojo,
indignación, dolor rotundo, embelesamiento, envidia, excitación, temor, terror,
interés, disfrute, nostalgia, romance, tristeza, satisfacción, deseo sexual y
compasión.
El mapa que se construyó
Los investigadores crearon este
mapa multidimensional, interactivo que revela que las 27 emociones están
interconectadas. Allí se pueden apreciar los videos que incluyeron en el
experimento y las reacciones a cada uno. Para verlo, haga clic aquí.
Cómo funcionan las emociones
Los seres humanos tenemos una
especie de casa de máquinas en el cerebro llamada la amígdala cerebral, que
forma parte de la estructura más antigua de este órgano. Esta tiene la
particularidad de recibir la información de los sentidos para convertirla, con
múltiples conexiones y teniendo en cuenta aspectos como la evolución, la
crianza, la cultura, la genética y las experiencias, en percepciones. Dichas
percepciones, que inicialmente surgen a modo de defensa, generan reacciones a
todo nivel y es lo que se conoce como emociones.
Con la evolución, los humanos
transformaron esas reacciones primitivas en respuestas con identidad marcadas
por cada individuo. Por ejemplo, el temor, que pudo ser un mecanismo de
defensa, se puede deslizar hacia el odio, que es un rechazo construido por la
corteza superior del cerebro a partir de información personal.
Carlos F. Fernández, asesor
médico, asegura en ese sentido que las emociones pueden ser muchas más que las
27 descritas en el estudio, porque una persona puede responder con amor y con
odio al mismo estímulo, cambiar sus estados o hacerlos pasajeros. “Las emociones son tantas como la persona
necesita para sobrevivir”, concluye.
Cómo regular las emociones
Las emociones, como se dijo,
surgen de factores biológicos, psicológicos y sociales, de la estructura de la
personalidad y de las normas culturales de cada individuo. Son, en esencia, una
manifestación de la vida de cada persona; por eso, hay quienes son más
sensibles a ellas, explica Danelia Cardona, colombiana miembro del Colegio Real
de Psiquiatras de Inglaterra. Las personas más sensibles son, por ende, más
susceptibles a tener problemas para regular sus emociones, lo que se traduce en
reacciones primarias, dificultad para reflexionar y tener una emocionalidad más
alta de lo común. Es decir, responder de forma no propiamente sana a ciertos
estímulos. Para ellas, la especialista recomienda una intervención enfocada en
procesos de pensamiento que permita reflexionar si determinada reacción es
meritoria del estímulo que la causa.
Un consejo simple es hacer una
pausa y pensar si la manera como se reacciona está siendo constructiva. “Esto no quiere decir que no se deban
expresar las emociones, sino que hay que medirlas para que no hagan daño y más
bien sirvan para conocernos a nosotros mismos”, apunta.
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